EPÍLOGO
Al día siguiente, ellos dos se despidieron de todos y volvieron a Barcelona en el coche de ella.
¿Qué harían, al llegar a la Ciudad Condal? Ya lo pensarían, sobre la marcha. Ahora, ellos dos no hacen más que mirarse de reojo con la típica actitud de los recién enamorados.
De paso, cada uno piensa en la aventura sufrida, y les recordaba a los héroes de las pelis de Alfred Hitchcock, héroes de carne y hueso, que sin ser Superman ni nada de eso, acaban saliendo a flote sin las armas de los superhéroes. No les hacía sentirse superiores al resto de la raza humana, claro, pero se sentían diferentes a como eran antes.
F I N
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