CAPÍTULO V
Meritxell pensó en probar otra cosa que no había probado nunca, ligar con otra mujer, quizás porque entre las mujeres puede haber lo que no puede encontrar en un hombre, quizás por que ellas han pasado por las mismas desilusiones, lo de buscar un príncipe azul y finalmente acabar ellos convertidos en una rana fea.
Y no lo quería hacer, lo de ligar con otra mujer, sólo para tener una relación sexual, no tenía ganas de aquello, estaba un poco harta. El sexo sin nada más está bien de vez en cuando, pero ahora quería una relación más intelectual, en esto las mujeres son mejores, son más cerebrales, menos primarias que la mayoría de los hombres.
Así que fue a un bar lésbico barcelonés, de diseño, y comenzó a charlar con las mujeres que le parecían interesantes, pero con las que parecían más femeninas, ya que las lesbianas masculinas no le atraían nada, era como intentar ligar con los hombres, de los que no quería en ese momento saber nada.
Iniciaron la charla, Meritxell tuvo suerte, era una mujer culta, no frívola. En Catalunya, los programas del corazón que tanto éxito de audiencia tienen en las televisiones estatales, tienen menos allí.
Aquella mujer, que se llamaba María, era bien simpática, cabello moreno rizado, ojos azules, vestía como cualquier mujer. Meritxell se dejaba llevar, mirándosela, pero sin dejar notar demasiado que le gustaba, que le atraía...
No, Meritxell no se dejaba llevar mucho por la pasión primaria. Sus pasiones podían ser alguna vez pasionales, pero sobre todo esas pasiones podían ser más intelectuales.
Seducida por la ternura de la otra, Meritxell acabó haciendo lo que hacen todas las posibles parejas en conocerse, que poco a poco acabarían dándose un beso. No queremos describir esto con detalle, no es necesario, sería demasiado tópico.
Con aquella chica, Meritxell hacía mentalmente planes de futuro, quien sabe lo que podía pasar. No pensaba en ese momento en casarse con ella, como la Arlet de la serie "Infidels" con la Dani, no era eso una relación de novela ni tampoco de serie televisiva "moderna".
Pero estaba segura, segura del todo, como no lo había estado nunca, que aquella relación le daría más seguridad, más felicidad, más todo... que cualquiera que había tenido con cualquier hombre. No quiere decir nada de odio a los hombres, ni tampoco feminismo radical mal entendido, simplemente que los hombres que había encontrado en la vida no habían sido nada capaces de llevarle a la felicidad de verdad, que siempre había algo que fallaba. Por lo tanto, cualquier persona con sentido común coincidirá con Meritxell que ha hecho lo correcto, y quien diga lo contrario, no merece ni siquiera ser escuchado. Amén.
F I N
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